Hoy queremos concienciar a nuestros lectores sobre el efecto que la mala práctica de emplear estacas de hierro para subir a la copa de las palmeras tiene sobre nuestro querido símbolo vegetal. Juan Montesino, socio de la ACBC, nos ilustra.
La palma canaria es la más vigorosa, esbelta, resistente y bella de las especies del género Phoenix, especie protegida y símbolo vegetal de Canarias (ley del Gobierno Canario: 7/30 Abril de 1991). Durante siglos ha sido una fuente inagotable de recursos renovables para los gomeros, que la han apreciado y gestionado de forma admirable, incluyendo la obtención de su savia, el guarapo. Últimamente, muchos palmares se encuentran en un estado lamentable, por la sequía in crescendo que ha traído el cambio climático, el abandono del campo y sus cultivos, las plagas como los insectos “picudos” o los hongos, o por las acciones de los humanos que cortan o envenenan palmas por su ignorancia o interés, o por las malas prácticas en su manejo, como usar estacas de hierro que clavan en su “tronco”(estípite) para subir a las palmas guarapera

Una palma en Taso con su nuevo cogollo, varios meses después de dejar de sacarle el guarapo, conserva las hojas grandes de la corona que la han mantenido en el periodo de guarapera y la ayudarán en su crecimiento normal.
Lo más interesante es la docena de “cicatrices” anulares que se observan en el tronco, denominadas rondanas, testimonio de haberla hecho guarapera otras tantas veces, cada 5 o más años. Es evidente que realizando con mimo y cuidado la práctica ancestral de obtención del guarapo, la palma sigue viviendo y continúa aportando sus múltiples recursos.

Cuando se obtenía el guarapo de forma tradicional, y cada campesino guarapero tenía 6 o 7 palmas en producción, se subía a la cabeza mediante unos huecos escalonados horadados en el tronco, las “escarpias”, para poner los pies al subir. Se tallaba en el córtex y unos centímetros en el cilindro central, resultando con cierta inclinación para que no se acumulara agua en él, se necrosara y secara su superficie. Los huecos no se rellenan porque estas monocotiledóneas no tienen tejidos de crecimiento en grosor, pero esa costra seca impedía la entrada de microorganismos a los vasos conductores de la savia y que se enfermara la planta.

En Taso, durante muchos años, se han hecho escaleras para subir a las palmas pequeñas y de mediana altura, la mayoría fabricadas con palos de las piteras y tablas de cualquier procedencia. En Valle Gran Rey, los guaraperos no industriales han usado en las dos últimas décadas las escaleras de aluminio extensibles, manejables y seguras. Alternativas hay para subir a una palma guarapera sin tener que dañarla.

Con el guarapeo casi industrial que se ha implementado en la isla, donde cada empresa tiene casi 100 palmas en producción, han optado por lo más fácil y económico, pero con una práctica prohibida por el reglamento que daña irremediablemente a la palmera. Utilizan para trepar tubos de hierro que clavan en el estípite, penetrando 8 o más centímetros en el cilindro central, constituyendo una entrada libre de agua, bacterias y hongos, dañando y enfermando a la fuente de su sustento. De esta manera, la obtención del guarapo y la miel de palma dejarían de ser sostenibles y la palmera ya no sería una fuente de recursos renovables.

Si estudiamos una palma, produciendo guarapo por segunda vez con este método, se observan los huecos que se han ido agrandando después de quitarle los tubos de la vez anterior, hace 4 años (deberían ser 5 años como mínimo). Se pudre y descompone parte del tejido interno, de tal manera que para subir por segunda vez a sacar el guarapo tienen que clavar nuevos tubos en la parte sana del estípite… Al final, con dos o tres veces hecha guarapera, queda como un colador y devendrá en un riesgo hasta para los propios guaraperos.

Encontramos uno de los tubos usados por esta mala praxis, que se desprendió fácilmente al cabo de unos meses, porque se va agrandando la herida y el hueco haciéndose mayor (normal en una monocotiledónea que no tiene crecimiento en grosor y no rellena la herida). Se aprecia como penetró unos 4 o 5 cm. en el córtex y de 8 a 10 cm. en el cilindro central, quedando unos 15 cm. sobresaliendo para agarrarse y poner los pies al subir.
La extracción del guarapo y su conversión en miel de palma es un recurso que los jóvenes gomeros tienen a su alcance para un aprovechamiento sostenible de verdad, cumpliendo con el reglamento aprobado para ello y tratando a las palmeras con mimo y cuidado, como siempre se hizo por las generaciones anteriores. Está claro que quien se aprovecha de este recurso, debe protegerlo para que perdure, y es lógico que sean los guaraperos los principales interesados y preocupados por la salud de los palmares de la isla.
Por otra parte, el Cabildo y el Gobierno canario, en sus áreas de Medioambiente, tienen la responsabilidad de gestionar adecuadamente dicho recurso y velar por la conservación de los palmares, vigilando que se cumplan las normas y estableciendo los límites en la producción del guarapo y la miel de palma, con el consiguiente número de palmas guaraperas anuales. Es urgente que busquen otro método menos dañino para subir y bajar a las palmas, determinando y ayudando a los guaraperos a comprar escaleras y lo necesario para tal fin.


Foto: MA Camboya
Para terminar, ponemos un ejemplo de un tratamiento ejemplar a la fuente de su sustento por parte de los guaraperos del sudeste de Asia, en este caso de Camboya, donde se obtienen miles de toneladas de azúcar al año del guarapo de sus palmiras (Borassus flabellifer).
No hace falta que se los prohíban, ellos saben que no pueden dañar el tronco de su palma, y no lo hacen. Para subir al cogollo, donde sacan el guarapo en los cortes que hacen a las inflorescencias, utilizan largas escaleras, atándolas al estípite para que sea seguro el trajinar diario en las miles de palmas que guarapean año tras año, mientras crecen saludables y productivas, para el regocijo de los guaraperos que se benefician de este proceso sostenible de verdad.

(Texto y fotos: Juan Montesino Barrera. Biólogo, socio de la ACBC-Berthelot)